"Qué
fácil es empujar a la gente... Pero que difícil guiarla. "
Tagore,
Rabindranath
EL
ARRIBISTA, más
conocido por su epíteto vulgar “trepa”,
posee como objetivo alcanzar la satisfacción personal en el área del
reconocimiento laboral o de las posesiones materiales. Esa aprobación compensa
un sentimiento de inferioridad que les genera frustración en sus actividades
diarias.
La
ambición es ciega, y sólo ve el objetivo: la luz, el prestigio,
el reconocimiento y la recompensa económica.
Debido a
su aparente personalidad dócil y agradable, numerosos psicólogos y sociólogos
coinciden en que resulta muy difícil detectar la actitud del “trepa” antes de
que haya trepado. Su prepotencia y carencia de empatía se puede entrever sólo
si se le observa en la distancia. No obstante, las siguientes características
básicas suelen ayudar a desenmascarar a quien se esconde bajo la apariencia de
un buen profesional:
a) Ambicioso y poco potencial: manifiesta unas
ambiciones desmedidas para su edad y trayectoria profesional sin
correspondencia con el potencial real, por lo que esquiva el trabajo diario dedicándose
a identificar las oportunidades en las que podría avanzar sin haber rendido
laboralmente.
b) Reservado y egoísta: no comparte información
con el resto de las personas de su mismo ámbito, o bien lo hace de manera muy
reservada y astuta.
c) Individualista y ocultista: trabaja de forma
individual mostrándose como autosuficiente y no reconoce en público la labor de
aquellos de los que ha obtenido conocimientos, atribuyéndose en muchos casos
habilidades y méritos ajenos.
d) Desconfiado y mentiroso: actúa para
desacreditar a aquellos que progresan a su alrededor, utilizando de forma sutil
el rumor, la mentira, la manipulación y
la calumnia como herramientas para posicionarse por encima de ellos ante la
sociedad. Aunque aparenta estar siempre trabajando, el único trabajo que lleva
a cabo se centra en desacreditar a los que considera rivales, los cuales
comienzan a ver mermada su propia autoestima en el ámbito laboral e incluso personal.
e) Adulador y estratégico: realiza alabanzas
indirectas practicando un culto a la personalidad interesado. Una de sus
estrategias más efectivas consiste en ganarse la confianza y admiración de las
personas que están en posiciones respetadas y jerárquicamente superiores a
través del culto a la personalidad. Si en algún momento siente que puede ser
descubierto por una persona, cambia radicalmente de táctica y deja de
comunicarse con ella como lo hacía anteriormente.
Lamentablemente,
la humanidad jamás se ha tomado en serio las palabras del filósofo político y
escritor italiano Nicolás Maquiavelo (Niccolò di Bernardo dei Machiavelli,
1469-1527), quien dijo: “no hay otro modo de guardarse de la adulación que
hacer comprender a los hombres que no te ofenden cuando te dicen la verdad”.
Con
quien probablemente Maquiavelo se hubiera
entendido, era con su compatriota y
poeta Dante Alighieri (1265-1321) quién ubicó a los aduladores en el Malebolge
o Fraudulentos.
Pero, haciendo
oídos sordos a los consejos de Dante y Maquiavelo, hemos ido dejando que muchos
arribistas encontrasen su lugar en la
política.
En el
campo de los arribistas hay de todo: senadores, diputados, gobernadores,
presidentes municipales, ministros, militares, funcionarios en puestos
claves, diplomáticos cuya misión es vivir en las doradas sedes de las embajadas
acumulando riqueza a cambio de servir con sumisión.
Por eso,
estimado lector, el arribismo, sin duda,
es el más vil de los oficios y de una peligrosidad incalculable; generalmente
no es practicado por gente menesterosa e ignorante sino por los que teniendo la
apariencia de señores y de intelectuales llevan el alma de trúhanes...¡Upsss!.
GUILLOTINA… ¿Por qué la esposa del
gobernador del estado de Quintana Roo, no hace visitas sorpresivas a todos los DIF de la entidad para ver la
realidad de los problemas?......Sencillamente porque no
habría foto del recuerdo….Ahhhhhhh.