KATE
DEL CASTILLO
LA
PUBLIRRELACIONISTA DEL NARCOTRAFICANTE
Por:
Romamy Miranda Gutiérrez
El
mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten
la maldad.
Albert
Einstein
COMO
SI NO hubiera
otros temas relevantes que abordar, El Chapo Guzmán ha acaparado la atención de
la opinión pública durante ya casi una semana. Primero fue la noticia de su
recaptura, luego su ingreso al penal del Altiplano, la crónica del operativo
así como la posibilidad de que sea extraditado Captura de El Chapo, nada que
presumir
Sin duda
el gobierno federal tiene motivos suficientes para celebrar la captura de
Guzmán Loera -y más el secretario de Gobernación que con ello regresa a la
carrera presidencial- pues además de resarcir cuando menos en parte el duro
golpe que le propinó la fuga, significa un pequeño respiro sobre todo en
momentos sumamente difíciles para la economía (pobre crecimiento, grave
desigualdad, devaluación del peso frente al dólar, caída en los precios del
petróleo) y en un año eminentemente electoral en el que están en juego 12
gubernaturas, entre estas la de Quintana Roo
Pero más
allá del circo mediático generado por la reaprehensión de El Chapo (donde
Televisa sigue siendo indispensable en la comunicación social de la
Presidencia), regresar al narcotraficante sinaloense al Penal del Altiplano
atenúa sólo de momento las duras presiones sobre la administración peñista. El
hecho simplemente es como una especie de aspirina para una infección
patológica.
Como lo
señaló el mismo capo en la francamente mediocre y apologética entrevista que se
publicó recientemente, su detención en nada va a mermar el tráfico de drogas y
tampoco resuelve la situación de inseguridad y violencia que padecemos, o los
niveles de corrupción e impunidad imperante. Así lo vio todo el país con
el asesinato de Gisela Mota, alcaldesa
de Temixco, como la peor prueba de la corrupción y la impunidad. Con Chapo y
sin Chapo seguirán las matanzas.
En este
morbo hollywoodesco se olvida lo esencial: la corrupción sin límites de
nuestros gobiernos que permitieron la huida del Chapo, las muertes de los
periodistas bajo un narcosistema, la convivencia y connivencia de autoridades
civiles y militares con el crimen organizado, la relación nunca mostrada a la
luz de los empresarios mexicanos y los narcotraficantes a través del lavado de
dinero