Un
cínico es un hombre que, en cuando huele flores, busca un ataúd alrededor.
Henry-Louis
Mencken
EN
VISTA DE la repugnancia que producen los
partidos políticos, la sociedad se ha visto obligada a dos cosas: a rechazarlos
o a pretender que un ciudadano de pronto se convierta en gobernante. Esta
última posibilidad le elimina la respetabilidad que le concede ser parte
fundamental de la sociedad y ponerse al servicio de un partido, el que sea. Las
leyes en tal sentido son rígidas y para postularse a un cargo de elección
popular es indispensable la aceptación de uno de ellos. Por más que se diga
independiente, tiene que asumir algunos compromisos con el postulante.
Con el
pie en el acelerador están ya los partidos,
candidatos a diputados y presidencias municipales en el estado de
Quintana Roo, la mayoría seleccionadas mediante impúdico dedazo, quienes a
partir hoy podrán por fin arrancar sus campañas
Abanderados
por los partidos políticos de la entidad,
entre quienes una mirada superficial permite identificar arribistas de
toda taya —amigos, socios, novias, amantes, parientes, cartuchos quemados, la
mayoría desconocidos, en su mejor caso
conocidos como: simuladores, defraudadores, delincuentes, usurpadores….¡Zas! .
En la
naturaleza política mexicana existe una especie de bicho, - me refiero al chapulín político –o trapecista –, ese que
renuncia al cargo que supuestamente
desempeñó durante meses, con tal de perseguir un nuevo hueso en otra instancia
de gobierno. Realmente no se trata de
quitarles su derecho a aspirar a otros cargos públicos, pero primero que
cumplan con sus promesas, y una, es el tiempo que están obligados por la ley.