LOS
VIEJOS HABLAMOS DE LO QUE HICIMOS
Por:
Chava Portillo
Nostalgias |
Los viejos hablamos de lo que
hicimos, de lo que fuimos, los jóvenes
lo que piensan que están haciendo bien, los tontos de lo que harían.
Partiendo de ese silogismo pienso en la utopía de que tiempos pasados fueron mejores
y al paso de tiempo creo que además de diferentes han sido menos peores.
El
civismo era materia insustituible desde la enseñanza media, hoy creo que ni es
tomada en cuenta. Nos inculcaban el orden y la decencia como ceder el asiento a
una dama, a un anciano hoy pomposamente referido como de la tercera edad, no
fumar ni escupir, levantarse de la silla cuando una dama llegaba o se ausentaba
y a decir las palabras mágicas: gracias y por favor.
Teníamos tres estandartes
como deidades: el ejército, la virgencita de Guadalupe y el Presidente; unos
aseguran que la selección nacional de futbol formaba parte de ese selecto
patrimonio pero desde que Justino Compeán y Decio de María lo convirtieron en
piltrafa comercializadora que genera millonarias ganancias aunque les metan más
goles que pelos tiene un gato, borrón y cuenta nueva.
Hoy el “glorioso”
ejército mexicano de ser un admirado huracán, es vientecillo que refresca los
talones por ser organismo obsoleto, con armamento de utilería y elementos
carentes en preparación, maleducados que escudados con el título de ser
militares, ni entienden ni razonan en el trato con el ciudadano común que sufre
la necesidad de asistir a las zonas militares.
La virgencita de Guadalupe cada
día cuenta con menos fervorosos creyentes que se reflejan en las disminuidas peregrinaciones
tal vez porque su cosecha de milagrería no ha cumplido a cabalidad. La figura
de Presidente de la República está en crisis.
Terminó el sueño que todos los niños deseábamos ser mandatarios; todavía
hasta Pepe López-Portillo soñábamos encamar a Rosa Luz Alegría o que nos
desvistiera la Sasha Montenegro aunque después vino la decepción convertido en
un vejete con silla de ruedas terminando sus días en la miseria y causando
compasión. Miguel de la Madrid conservó la imagen majestuosa hasta el sismo del
85 y partió con más pena que gloria.
El problema, creímos era el PRI; llegaron
los panistas y fue peor el remedio que la enfermedad en un absurdo Vicente Fox
con una terrible e incontrolable esposa que se atrevió a interactuar de Patiño con Eugenio Derbez.
Luego un dipsómano que toleró se sirvieran del poder y del dinero sus amigos de
parranda. No menciono a Ernesto Zedillo porque sería gastar tinta y espacio en
un personaje que no lo merece, por el imperdonable daño que causó a la nación
cuando regaló ferrocarriles.
Enrique Peña Nieto ha sido la cereza del rancio
pastel por su ignorancia, cursilería y estupidez amalgamado a la frivolidad de
rico nuevo haciendo excelente yunta con una actricita de televisión que sigue
pensando que actúa en “cenicienta”. No existe comparación con un Ruiz Cortines,
o López Mateos, bueno hasta con Echeverría ya no digamos con un Gustavo Díaz
Ordaz que no lo hubiera contratado ni de asistente.
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