SE
VAN DEL GABINETE
VIDEGARAY,
OSORIO CHONG Y RUIZ ESPARZA
EL
5 DE ENERO
Raymundo
Riva Palacio
El periodista
Raymundo Riva Palacio reveló en su columna "Estrictamente Personal",
hoy titulada "5 de enero, 2015" los cambios en el gabinete del
presidente de la Repùblica Enrique Peña Nieto, durante su gira por Asia, se
analizó cambiar piezas importantes luego de la desaparición de los normalistas
de Ayotzinapa.
Arranca el
año político. Desde diciembre se sabía que el presidente Enrique Peña Nieto iba
a realizar cambios en su equipo y estrategia. Un grupo de asesores lo analizó
mientras se encontraba de gira por Asia, y concluyó que había que cambiar
piezas importantes en el gabinete, y en el rumbo.
La desaparición de los
normalistas de Ayotzinapa galvanizó la inconformidad nacional y detonó la
protesta nacional. En los primeros 100 días de la crisis, hubo 381
manifestaciones en el país. Las imágenes de ingobernabilidad produjeron que los
inversionistas europeos decidieran no traer dinero a México en 2015. El
presidente Peña Nieto tenía que dar un golpe de timón creíble.
El modelo
de presidencia tripartita y su sistema endogámico para la toma de decisiones,
se acabó. Al secretario de Hacienda, Luis Videgaray, su alter ego durante casi
una década, lo enviará como embajador ante la Casa Blanca, donde el actual
representante, Eduardo Medina Mora, se integrará como procurador general, en
sustitución de Jesús Murillo Karam, que pasará a su ansiado retiro, para
recuperarse de los problemas de salud que lo han aquejado desde el inicio de la
administración.
En
sustitución de Videgaray, Peña Nieto nombrará a un financiero reputado en el
mundo, con la credibilidad que requiere para este momento donde han perdido la
fe en el proyecto del presidente: Agustín Carstens, actual gobernador del Banco
de México. La otra pata del modelo peñista en el gobierno, Miguel Ángel Osorio
Chong, secretario de Gobernación, también será removido. Al perder Peña Nieto a
Videgaray como una de sus cartas sucesorias para 2018, necesita proteger a
Osorio Chong, la única posibilidad real que le queda para la continuación de su
proyecto.
El
presidente tiene pensadas dos alternativas. Una es mantener la Secretaría de
Gobernación, pero otorgando autonomía a la Comisión Nacional de Seguridad, para
quitarle el tamiz policiaco a la gobernabilidad, y nombrar en el cargo al
diputado Manlio Fabio Beltrones. Osorio Chong será el coordinador del PRI en el
Congreso, desde donde se construirá su candidatura presidencial. Las críticas a
Peña Nieto de que entregó la presidencia a Beltrones, no pasarán de ser una
ocurrencia. En Bucareli será, como dice la ley, encargado del despacho, y las
decisiones cruciales y estratégicas las mantendrá Peña Nieto.
La otra
opción es audaz: convertir a la Secretaría de Gobernación en Secretaría del
Interior, con Medina Mora al frente, y designar como nuevo fiscal general a un
abogado panista. Es la receta del expresidente Ernesto Zedillo, quien para
recuperar la credibilidad en la PGR nombró a Antonio Lozano Gracia. De cuajar
este modelo, la operación política pasaría al jefe de la Oficina de la
Presidencia, que operaría como jefe de gabinete –similar a la Casa Blanca–,
donde el actual responsable, Aurelio Nuño, saldrá hacia una posición en el
gabinete. Llegará a su lugar un político con experiencia, cuyo nombre aún no se
decide.
Los cambios
no son suficientes si van solos. Peña Nieto recompondrá sus alianzas y pactará
con los empresarios ajustes fiscales en prestaciones y deducibles este año, con
lo cual buscará cerrar las heridas de la reforma financiera. A ellos y al
gobierno de Estados Unidos –se lo dirá el 6 de enero al presidente Barack Obama
en Washington–, también les garantizará que las futuras licitaciones serán
manejadas con transparencia, donde los grupos empresariales mexiquenses no sean
beneficiados en automático. Como le pedirán pruebas, sacrificará al secretario
de Comunicaciones y Transportes, Gerardo Ruiz Esparza, a quien le fincarán
responsabilidades penales por la opacidad de los concursos.
El
restablecimiento de las alianzas se acompañará con la pacificación del sur del
país. El 15 de enero se abrogará de facto la reforma educativa en Guerrero y
Oaxaca, porque al empezar a pagar el gobierno federal a los maestros censados,
se incluirá a cuando menos cuatro mil que no lo fueron. Será la victoria de la
disidencia magisterial sobre la reforma educativa, que canjeará la paz por
plazas y dinero. El statu quo en esos estados se mantendrá.
Al estado
de excepción de la reforma educativa, se les sumará un Plan Marshall para
reconstruir Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Carreteras que conectarán a las
comunidades más marginadas, e infraestructura. Costará mucho dinero, pero todo
será siempre más barato que dos estados que proyecten al mundo imágenes de un
Estado fallido.
Finalmente,
para que todo funcione se necesita un verdadero Estado de derecho. Peña Nieto
procesará a un selecto grupo de presidentes municipales, regidores, diputados,
empresarios y periodistas vinculados con el crimen organizado, lo que será la
primera señal contra la impunidad. Para quien delinca, los costos serán altos.
Este 5 de
enero marca la recuperación de la presidencia de Peña Nieto y el relanzamiento
de su legado de reformas. No habrá un nuevo mexican moment, pero habrá un
México estable, con rumbo y visión de Estado. Sólo hay un problema. Estas
iniciativas son producto de la imaginación de quien esto escribe, no del
presidente, quien hasta ahora apunta a mantener las cosas como están, con el
mismo equipo y modelo. Hay visiones diferentes sobre el estado de cosas del
país, pero quien decide es el presidente, que tiene por ley el mandato para
tomar decisiones colectivas en nombre de los mexicanos, aunque muchos sientan
que mucho los han afectado.
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