SEÑOR
GOBERNADOR ROBERTO BORGE ANGULO
QUEREMOS
A CADA UNA DE LAS MUJERES VIVAS. A TODAS.
Por:
Romamy Miranda Gutiérrez
romamy@yahoo.com
A
menudo el sepulcro encierra, sin saberlo, dos corazones en un mismo ataúd.
Alphonse
de Lamartine
EL GRITO DE ADVERTENCIA de quien ha vivido inmerso, desde
hace más de 35 años, en la transformación de un país hermoso y extraordinario
que tuvo la maldita desgracia de ser gobernado por los tres partidos políticos
más influyentes de México PRI, PAN y PRD: la escoria nacional. Al concluir el mandato del general Lázaro
Cárdenas, la Confederación General de Trabajadores exigía la incautación de
bienes, acusándolo de ser propietario del Hotel Washington, en Argentina; de
que su hermano, Dámaso Cárdenas (el Raúl de aquel tiempo), disponía de 20 mil
barriles de petróleo de Poza Rica para su beneficio personal, y de que, entre
otras riquísimas propiedades, el expresidente poseía un latifundio con más de
un millón de palmeras y ranchos con ganado de alto registro; casi medio
centenar de propiedades (suyas o de sus familiares cercanos), todas obtenidas
bajo el poder del llamado Niño Fidencio de la política mexicana…
Cuando
descubrió la parte desconocida de la corrupción del sistema político que lo
llevó a la presidencia, José López Portillo pronunció una frase para la
posteridad: no nos volvamos un país de cínicos. El “burro” hablando de orejas
había sublimado su romance con Rosa Luz Alegría, nombrándola secretaria de
Estado, y a su hijo José Ramón, el orgullo de su nepotismo. Tenía a su familia
entera repartiéndose el pastel petrolero a manos llenas, y a su camarilla
haciendo todos los negocios opacos imaginables con recursos del erario. Ese
sexenio tuvo dinero a pasto y fue uno de los tantos sexenios de extravagante
festín de corrupción que hemos padecido a lo largo de nuestra historia (con la
única y muuuuy relativa excepción de Ruiz Cortines, 1952-1958).
Después
de aquel cínico sexenio, seguimos revolcados en la misma ciénaga, con escasa
esperanza de abandonar el pantano. Bueno, me parece que el país de cínicos ya
se rebasó (no sé si por la izquierda o por la derecha), y ahora este residuo de
país es algo de nivel superior (en la jerarquía del malevaje, o sea inferior):
el País de los Gandallas. Los actos de cinismo relumbran.
Nos
confrontamos todos. El tema es lastimoso, obsesivo y vergonzoso. Por ejemplo (y
quedaré muy corta): el cinismo, del
extinto Juan Camilo Mouriño al reconocer haber firmado documentos que
favorecieron al negocio familiar, cuando él era al mismo tiempo funcionario y
parte interesada; el de Martita Sahagún al asegurar que sus joyas son herencia
de familia; el de Andrés Manuel López Obrador, violador impune de los estatutos
perredistas, al hacer campaña por tres partidos y cobijar la propia bajo tres
emblemas. También es un cínico el padre Leopoldo González González, secretario
de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), al justificar la pederastia y
afirmar que el pecado hace más humanos a los curas….
El
patético cinismo del presidente Enrique Peña Nieto al decir que las investigaciones
sobre el tema de la Casa Blanca
propiedad de su esposa, estuvieron apegadas a la ley.
La desvergüenza, el descaro, el cinismo, del gobernador Roberto Borge Angulo, quien ha sido
exhibido por sus excesos; por
privilegiar a su amigos en el reparto de la obra pública; por cerrarle el paso a las manifestaciones
públicas; por detonar la deuda pública
de la entidad a niveles nunca antes vistos; por atacar a los medios que no le son afines,
entre otras cosas.
Pero, lo más grave y vergonzoso
de Borge Angulo, fue al decir referente a la marcha que se
realizó este fin de semana, que utilizar
la palabra femicidio es ir en contra del éxito de su estado…
Cínico
cuando ordeno un operativo para encontrar a su perro Simón dando una recompensa
de 10 mil pesos. Más vale un perro, que
una mujer en Quintana Roo.
Cinismo,
el de los periodistas que se balancean entre la adulación y el vituperio, según
soplen los vientos de la conveniencia. Cinismo, el de los ciudadanos que claman
por un cambio de moral pero no están dispuestos a dejar de corromperse y.
¿Somos o no somos un país de cínicos? Dígame usted.
Erradicar
la violencia contra las mujeres puede ser difícil pero no es imposible.
Ni una
menos es un grito colectivo, es meterse donde antes se miraba para otro lado,
es revisar las propias prácticas, es empezar a mirarnos de otro modo unas a
otras, es un compromiso social para construir un nuevo nunca más.
Insisto.
No queremos más mujeres muertas por femicidio en el estado. Queremos a cada una
de las mujeres vivas. A todas. Señor gobernador Roberto Borge Angulo.
GUILLOTINA:
¿Sera
cierto que Roberto Borge Angulo ya hablo con Carlos Joaquín por órdenes del presidente Enrique Peña Nieto?
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