10 octubre 2014

DEN RESULTADOS TANGIBLES

NO BASTA UNA POLÍTICA DE OPINIONES, NECESITAMOS UNA POLÍTICA DE  RESULTADOS TANGIBLES

Por: Romamy Miranda Gutiérrez



En tiempos de corrupción es cuando más leyes se dan.


Étienne Bonnot de Condillac










¿NOS HEMOS vuelto más corruptos o simplemente está saliendo al aire más información? Hay buenas razones para pensar que esto último es lo que está pasando.

Cómo creer que en México no hay impunidad si vemos que ex gobernadores acusados de enriquecimiento ilícito y de desviar millones de pesos, no pueden pisar la cárcel o son enviados a hospitales privados que más parecen hoteles de lujo.

Cómo confiar en los partidos políticos  que a nivel nacional se niega a investigar las denuncias de sus propios militantes en contra de senadores y diputados sobre moches y extorsiones a presidentes municipales, a cambio de obras y partidas presupuestales extraordinarias o algunos señalados  por pornografía infantil, narcotráfico, etc.

En qué país que se precie de democrático los cómplices o socios  del gobernador  de Guerrero, Ángel Heladio Aguirre Rivero, - el presidente municipal y su esposa tenían antecedentes claros de relación con el crimen organizado - ; en lugar de ser procesados se convierten en aliados.
Ahora resulta que el mandatario Aguirre Rivero propuso  someter la permanencia en el cargo del primero a una consulta popular organizada por el Instituto Nacional Electoral…. ¡What!


Que alguien me explique;  porque el  INE no puede realizar una consulta sobre revocación de mandato, pues esta figura no existe en el marco jurídico en la materia.

Ésta es la política mexicana, la que carece de humildad porque es más rentable la complicidad. La que condena ejecuciones y piensa que en el perdón está la solución. Política indefensa ante la crisis de inseguridad, ante la pobreza y desigualdad. Política exhibida en sus principios y degenerada en sus fines. Política sin oficio, de vagos protagonismos y falsos antagonismos. Política que prefiere ser reactiva sin asumir estrategias preventivas, política de aplausos simulados y compromisos distorsionados, política de chantaje y maquillaje.


Vamos acostumbrando la mirada al dolor. Ajustes de cuentas, masacres, desaparecidos, secuestrados. Nos retraemos por la perversidad de quienes han condicionado la libertad. Nos conformamos con llamados de unidad y olvidamos reformas de calidad. Inmersos en la mediocridad legislativa e institucional, preferimos la promoción personal, como si la verdadera representatividad surgiera del espectáculo electoral, como si la política viviera del rating, y el electorado fuera un simple espectador que tiene que conformarse y acostumbrarse al guión del populismo y a la actuación del más simple de los pragmatismos.

Lo que no nos damos cuenta es que mientras ejercemos la política del capricho perdemos no sólo el tiempo, perdemos generaciones. Mientras complacemos a la frivolidad política el sistema de pensiones en el Seguro Social y el ISSSTE se encuentra en estado crítico. Somos cómplices de la política de la inmediatez, que busca encubrir los defectos del Estado mexicano a base de palabras de aliento más que con acciones de derecho. Queremos enaltecer el valor de la conciliación cuando la delincuencia ha fragmentado el tejido social, queremos transmitir seguridad y, por otro lado, dependemos de la política especulativa.

Degradamos la palabra, la convertimos en insulto, perdemos espacios ante el crimen porque aislamos la inteligencia de la actividad pública. Nos conformamos con sentirnos demócratas, cuando en realidad poco entendemos de lo que en verdad representa asumir ese término.

No hemos sido capaces de entender que la política es la herramienta para crear un sistema de gobierno estable, con cierto orden establecido. Queremos destruir toda forma de oposición, y no visualizamos el riesgo de seguir consintiendo la inmovilidad política.

Insisto. Tenemos una política de revanchismos, y amenazas. Política que evade la responsabilidad, que en el intento de ganar popularidad se hunde en la sombra del desprestigio. Política de conformismos, de dejar pasar para dejar de hacer. Política de envidias, de confrontación personal y de exclusión argumental. Política de fracasos, de políticos soberbios y discursos demagógicos.

No basta una política de opiniones, necesitamos una política de conclusiones, de resultados tangibles. Una política decente, que sostenga la razón como obligación, y que deje de esconder tanta bajeza, tontería y maldad bajo la máscara de la supuesta vergüenza  política.


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romamym@yahoo.com


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