06 octubre 2014

LAS PERSONAS SON SACRIFICABLES

POLÍTICOS LOS ENCUMBRAN, LUEGO LOS ESCUPEN (dos partes)

Por: Juliana Fregoso

En México se puede operar en la ilegalidad pero en lo oscurito. Esto lo entendió rápidamente Germán Goyeneche Ortega, quien la semana pasada fue detenido junto con el presunto narcotraficante Héctor Beltrán Leyva, “El H”, uno de los líderes del Cártel de los Beltrán Leyva, acusado de ser su operador financiero y de tener a politicos panistas y verdes en su bolsillo. 

Cercano a las redes de poder de Querétaro y Guanajuato, Goyeneche Ortega fue inmediatamente negado por casi todos los políticos a los que en algún momento apoyó. Como su caso, han existido muchos a lo largo de la historia del país en la que los hombres del dinero corrompen, cometen actos de corrupción, sobornan autoridades y se benefician de sus favores, o se involucran con el crimen organizado. Pero, a veces, la suerte de un empresario caído en desgracia no la define la justicia sino su cuna.
 ¿Qué se necesita en México para ser exitoso? 

Muchas veces son las relaciones, volubles y engañosas, que hoy encumbran y mañana escupen 


Gastón Azcárraga Andrade, uno de los empresarios que ha librado la acción de la justicia.  




Un académico, experto en figuras de la iniciativa privada, separa a los empresarios mexicanos en dos clases: los de largo plazo y los coyunturales.


Los primeros son aquellos que pertenecen a familias de cierto abolengo entre la gente del dinero y han sido empresarios por generaciones. Los segundos son aquellos que surgen gracias a que aprovechan sus relaciones con el poder, ya sea partido político o alto funcionario en turno, para después caer en desgracia o desaparecer.

De estos últimos se ha escuchado hablar mucho sobre todo en los últimos 26 años, en los que la opinión pública ha analizado el impacto de ver tras las rejas a otrora poderosos hombres de negocios como los banqueros Jorge Lankenau Rocha, Carlos Cabal Peniche o también de ver la caída de grandes figuras del sector como el regiomontano Alfonso Romo o Gastón Azcárraga.

Empresarios de las dos clases definidas por Carlos Alba Vega, investigador del Colegio de México, se han distinguido por tener una relación cercana con el poder para luego caer en desgracia, la mayoría relacionados con actos de corrupción en los que no se quieren ver involucradas las figuras poderosas que en un primer momento los ayudaron a encumbrarse.

“Hay reglas no escritas que no deben de violar los empresarios, una de ellas es la discreción, el sigilo, si te descubren yo no respondo y así sucesivamente. Otra de estas reglas es que los políticos no quieren verse vinculados con el narcotráfico y el lavado de dinero y, en algunos casos, llega a ser tan evidente su problema de ilegalidad que ni los ‘ilegales’ que pueden estar dentro del gobierno los pueden salvar”, expresó el académico

Un caso reciente es el del empresario Germán Goyeneche Ortega, detenido la semana pasada junto con el presunto narcotraficante Héctor Beltrán Leyva, “El H”, quien dos días antes de su detención estuvo presente en primera fila en un evento de precampaña del Diputado federal Ricardo Villarreal García, aspirante a la candidatura panista por San Miguel de Allende, Guanajuato.

 Goyeneche Ortega aparece además como presidente del Consejo Ciudadano 100 por Querétaro y presidente del Parlamento Ciudadano de México (Pacime) para el Estado de Querétaro, al que fue propuesto por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), concretamente, por el Diputado federal por Querétaro, Ricardo Astudillo Suárez.

 “Empresarios sexenales siempre van a existir”, aseguró por su parte María Fonseca Paredes, Directora del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, Campus Estado de México.

 Considero que el empresariado y su función “es una clase muy loable”, pero dentro de la misma existe “personas que no dejan muy bien parada la dignidad, no le dan valor a esta actividad, la empresa es la forma de organización por excelencia para dar bienestar a nuestra sociedad, ya sea una micro pequeña o mediana. Lamentablemente, muchos no tienen una conciencia más allá de su búsqueda de riqueza”, agregó.

Alba explicó que cuando los empresarios caen en desgracia puede haber un trato diferenciado, entre aquellos que son de largo plazo y coyunturales y pone como ejemplo los casos de Carlos Ahumada Kurtz y Gastón Azcárraga Andrade.

El primero aprovechó sus ligas políticas y personales con militantes del Partido de la Revolución Democrática (PRD) y con altos funcionarios del Gobierno del Distrito Federal para recibir concesiones de obras a sobreprecio. También tuvo nexos cercanos con el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, según ha contado él mismo, y el influyente panista Diego Fernández de Cevallos.

Pero cuando fue detenido en Cuba y extraditado a México, acusado de actos de corrupción, sus amigos poderosos sólo le dieron la espalda.

En el caso de Gastón Azcárraga, ex presidente del Consejo de Administración de Mexicana de Aviación, ha sido protegido en todo momento por la justicia, que la semana pasada le otorgó un segundo amparo contra una orden de aprehensión girada por la Procuraduría General de la República (PGR) por el delito de violación a la Ley del Mercado de Valores.

La diferencia, explica el académico, es que Ahumada surgió de la nada, mientras que Gastón Azcárraga, primo del dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, es parte de una familia de grandes empresarios que surgió después de la Segunda Guerra Mundial.

“El descrédito es terrible. Son muy raros los casos de empresarios que logran resarcir su imagen, como Ángel Isidoro Rodríguez Sáez [el “Divino”, que en su momento fue acusado de un fraude superior a los 400 millones de pesos] quien apeló más a un tema de carisma personal que a la confianza de las autoridades. 

Recordemos casos lapidarios como el ex banquero Jorge Lankenau, quien de posicionar un modelo de banquero y financiero personalizado y de identidad en la comunidad regiomontana, nunca logró levantar su imagen ni levantar su imperio [después de ser encarcelado]. Otro caso es Alfonso Romo, quien enfrenta un gran descrédito local debido a sus constantes fracasos en la holding Pulsar. Su imagen abatida y derrotada que denotan en los medios de comunicación y redes sociales sepultan su credibilidad”, expresó Eneas Mares Paris, consultor de imagen y autor del libro El vocero ante los medios.


Cuando un empresario cae en desgracia o es encarcelado, el impacto mediático es muy fuerte ya que por distintos sectores de la población “es visto también como el enemigo, el explotador, como la persona que tiene nexos con el narco, que de la noche a la mañana se hizo millonario. Es parte de nuestra idiosincrasia el satanizar a la gente poderosa; a quien se ha hecho de dinero con mucho esfuerzo, el mexicano hace lo imposible para disminuir sus capacidades o habilidades empresariales”, expresó el consultor. 

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