POLÍTICOS
LOS ENCUMBRAN, LUEGO LOS ESCUPEN (dos partes)
Por:
Juliana Fregoso
En
México se puede operar en la ilegalidad pero en lo oscurito. Esto lo entendió
rápidamente Germán Goyeneche Ortega, quien la semana pasada fue detenido junto
con el presunto narcotraficante Héctor Beltrán Leyva, “El H”, uno de los
líderes del Cártel de los Beltrán Leyva, acusado de ser su operador financiero
y de tener a politicos panistas y verdes en su bolsillo.
Cercano a las redes de
poder de Querétaro y Guanajuato, Goyeneche Ortega fue inmediatamente negado por
casi todos los políticos a los que en algún momento apoyó. Como su caso, han
existido muchos a lo largo de la historia del país en la que los hombres del
dinero corrompen, cometen actos de corrupción, sobornan autoridades y se
benefician de sus favores, o se involucran con el crimen organizado. Pero, a
veces, la suerte de un empresario caído en desgracia no la define la justicia
sino su cuna.
¿Qué se necesita en México para ser exitoso?
Muchas veces son las
relaciones, volubles y engañosas, que hoy encumbran y mañana escupen
Gastón Azcárraga Andrade, uno de los empresarios que ha librado la acción de la justicia.
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Un
académico, experto en figuras de la iniciativa privada, separa a los
empresarios mexicanos en dos clases: los de largo plazo y los coyunturales.
Los
primeros son aquellos que pertenecen a familias de cierto abolengo entre la
gente del dinero y han sido empresarios por generaciones. Los segundos son
aquellos que surgen gracias a que aprovechan sus relaciones con el poder, ya
sea partido político o alto funcionario en turno, para después caer en
desgracia o desaparecer.
De estos
últimos se ha escuchado hablar mucho sobre todo en los últimos 26 años, en los
que la opinión pública ha analizado el impacto de ver tras las rejas a otrora
poderosos hombres de negocios como los banqueros Jorge Lankenau Rocha, Carlos
Cabal Peniche o también de ver la caída de grandes figuras del sector como el
regiomontano Alfonso Romo o Gastón Azcárraga.
Empresarios
de las dos clases definidas por Carlos Alba Vega, investigador del Colegio de
México, se han distinguido por tener una relación cercana con el poder para
luego caer en desgracia, la mayoría relacionados con actos de corrupción en los
que no se quieren ver involucradas las figuras poderosas que en un primer
momento los ayudaron a encumbrarse.
“Hay
reglas no escritas que no deben de violar los empresarios, una de ellas es la
discreción, el sigilo, si te descubren yo no respondo y así sucesivamente. Otra
de estas reglas es que los políticos no quieren verse vinculados con el
narcotráfico y el lavado de dinero y, en algunos casos, llega a ser tan
evidente su problema de ilegalidad que ni los ‘ilegales’ que pueden estar
dentro del gobierno los pueden salvar”, expresó el académico
Un caso
reciente es el del empresario Germán Goyeneche Ortega, detenido la semana
pasada junto con el presunto narcotraficante Héctor Beltrán Leyva, “El H”,
quien dos días antes de su detención estuvo presente en primera fila en un
evento de precampaña del Diputado federal Ricardo Villarreal García, aspirante
a la candidatura panista por San Miguel de Allende, Guanajuato.
Goyeneche Ortega aparece además como
presidente del Consejo Ciudadano 100 por Querétaro y presidente del Parlamento
Ciudadano de México (Pacime) para el Estado de Querétaro, al que fue propuesto
por el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), concretamente, por el Diputado
federal por Querétaro, Ricardo Astudillo Suárez.
“Empresarios sexenales siempre van a existir”,
aseguró por su parte María Fonseca Paredes, Directora del Centro de
Investigación en Economía y Negocios del Instituto Tecnológico y de Estudios
Superiores de Monterrey, Campus Estado de México.
Considero que el empresariado y su función “es
una clase muy loable”, pero dentro de la misma existe “personas que no dejan
muy bien parada la dignidad, no le dan valor a esta actividad, la empresa es la
forma de organización por excelencia para dar bienestar a nuestra sociedad, ya
sea una micro pequeña o mediana. Lamentablemente, muchos no tienen una
conciencia más allá de su búsqueda de riqueza”, agregó.
Alba
explicó que cuando los empresarios caen en desgracia puede haber un trato
diferenciado, entre aquellos que son de largo plazo y coyunturales y pone como
ejemplo los casos de Carlos Ahumada Kurtz y Gastón Azcárraga Andrade.
El
primero aprovechó sus ligas políticas y personales con militantes del Partido
de la Revolución Democrática (PRD) y con altos funcionarios del Gobierno del
Distrito Federal para recibir concesiones de obras a sobreprecio. También tuvo
nexos cercanos con el ex Presidente Carlos Salinas de Gortari, según ha contado
él mismo, y el influyente panista Diego Fernández de Cevallos.
Pero
cuando fue detenido en Cuba y extraditado a México, acusado de actos de
corrupción, sus amigos poderosos sólo le dieron la espalda.
En el
caso de Gastón Azcárraga, ex presidente del Consejo de Administración de
Mexicana de Aviación, ha sido protegido en todo momento por la justicia, que la
semana pasada le otorgó un segundo amparo contra una orden de aprehensión
girada por la Procuraduría General de la República (PGR) por el delito de
violación a la Ley del Mercado de Valores.
La
diferencia, explica el académico, es que Ahumada surgió de la nada, mientras
que Gastón Azcárraga, primo del dueño de Televisa, Emilio Azcárraga Jean, es
parte de una familia de grandes empresarios que surgió después de la Segunda
Guerra Mundial.
“El
descrédito es terrible. Son muy raros los casos de empresarios que logran
resarcir su imagen, como Ángel Isidoro Rodríguez Sáez [el “Divino”, que en su
momento fue acusado de un fraude superior a los 400 millones de pesos] quien
apeló más a un tema de carisma personal que a la confianza de las autoridades.
Recordemos casos lapidarios como el ex banquero Jorge Lankenau, quien de
posicionar un modelo de banquero y financiero personalizado y de identidad en
la comunidad regiomontana, nunca logró levantar su imagen ni levantar su
imperio [después de ser encarcelado]. Otro caso es Alfonso Romo, quien enfrenta
un gran descrédito local debido a sus constantes fracasos en la holding Pulsar.
Su imagen abatida y derrotada que denotan en los medios de comunicación y redes
sociales sepultan su credibilidad”, expresó Eneas Mares Paris, consultor de
imagen y autor del libro El vocero ante los medios.
Cuando
un empresario cae en desgracia o es encarcelado, el impacto mediático es muy
fuerte ya que por distintos sectores de la población “es visto también como el
enemigo, el explotador, como la persona que tiene nexos con el narco, que de la
noche a la mañana se hizo millonario. Es parte de nuestra idiosincrasia el
satanizar a la gente poderosa; a quien se ha hecho de dinero con mucho
esfuerzo, el mexicano hace lo imposible para disminuir sus capacidades o
habilidades empresariales”, expresó el consultor.
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